En la década del noventa, en lo que respecta a poesía Argentina, hubo un gran surgimiento de voces, editoriales, ciclos de lectura y modos de aproximarse a la rima.

Si hubiera que traer a la conversación algunos de los muchos nombres de esa época (más allá de las distintas búsquedas estéticas de cada uno) se podría mencionar a Fabián Casas, Martín Gambarotta, Daniel Durand, Laura Wittner y Roberta Iannamico.
Además de dedicarse a la poesía Iannamico hace música (forma parte del dúo las Costureras) y codirige la editorial Maravilla y la editorial Monada.

Volviendo al libro en cuestión: Rosa compila desde el libro El zorro gris, el zorro blanco, el zorro colorado, hasta una selección de El arte de escribir al sol. Si se recorren las páginas de los distintos poemas se percibe que uno de los temas recurrentes en estos bellos poemas de Iannamico es la naturaleza, que aparece de distintos modos. A veces en un tono marcado por la fantasía, por testimonio de terceros o de otras personas/personajes o, también, por la voz poética que narra el texto. Y la variedad también corre para la extensión de los poemas, que aparecen breves y compactos o con una extensión más prolongada y una mayor cantidad de imágenes y escenas.